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Cansanda...

Hay heridas que nunca se ven en el cuerpo que son más profundas y dolorosas que cualquiera que sangre

Estoy cansada, cansada de fingir, cansada de callar, cansada de no poder explicarme. 

Nunca dejéis que alguien reprima vuestra voz. Una vez lo hacéis nunca más vais a hablar. No vas a volver a sentir, esa fortaleza que notas cuando levantas la voz, cuando compartes tu opinión con el mundo. 
Simplemente pasas a sentir un vacío, un vacío inexplicable, un vació que cada vez va aumentando. Que cuando intentas cubrirlo, sacar tu fuerza de voluntad, te engulle como un agujero negro. 

Hay momentos en los que miras atrás y te das cuenta que ya no sonríes con la misma facilidad que antes, que te sientes como un perro viejo, que ya está curado de todos los males, y que primero espera la patada antes de recibir nada. 

Te sientas mirando a la nada pensando en lo que te has convertido y te das cuenta que no sabes como cambiar, como volver a ser la que eras antes. Pero sabes que es imposible volver a atrás. Sabes que si continúas así estás más protegida, pero más sola. Sabes que cada vez que callas, evitas una pelea, un dolor de cabeza, un mal rato. Así que ¿para qué hablar?

Van pasando los días, los meses, los años y tu opinión no cambia, hasta que te das cuenta que así no puedes seguir. Porque te miras al espejo y ves una cara sin sonrisa, sin felicidad, sin alegría. Una cara que parece que solo pasa los días, sin disfrutar, sin apreciar todo lo que te rodea. Solo sobrevives. 
Haces esto, sobrevivir, porque lo que estás haciendo no es vivir. 

Intentas cambiar, intentas hablar, lo consigues unos meses pero cuando alguien te hace daño vuelves al punto de partida. Nunca vuelves a vivir. Siempre estás sobreviviendo.

Te das cuenta que vives mirando los amaneceres, los que te marcan un inicio, esos que muestran la belleza del mundo sin la intervención de la humanidad. Esos amaneceres que por un instante te hacen sentirte como antes, con un propósito. 

Sigue mirando amaneceres siempre que puedas. Son tu mayor apoyo. Siempre salen, siempre estarán ahí para marcarte el inicio.  

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